Entre rudeza y ternura
El vidrio y el arte
Reflexiones sobre la obra de Morella Jurado
Contemplar la obra de Aníbal Rodríguez, es sumergirse en un mundo de percepciones sensibles lleno de texturas, de ritmo y de equilibrio, Aníbal nos confronta con la piedra como elemento primario, buscando al intervenirla, no su transformación total hasta el desconocimiento de su forma originaria, sino por el contrario, se trata en su trabajo de reconocer su forma dada en la naturaleza, el material apenas sufre unas intervenciones que buscan solo imprimirle dinamismo y vitalidad, conservando sin embargo su forma plena, original, natural. Aníbal Rodríguez percibe la forma artística que encierra la forma dada, reconoce su fuerza expresiva y rescata a la superficie su belleza.
Cuando se le pregunta a Aníbal Rodríguez, cuál es el tema de su obra, el responde: "No sé". Y es que como muchos otros artistas, Aníbal ha ido explorando intuitivamente en el complejo universo de las formas tridimensionales, su trabajo se proyecta como búsqueda de una sensibilidad pre-racional, pre-lógica, que sin ser religiosa, es mítica y mágica.
Superponiendo, intercalando, combinando piedra, madera, concreto y penetrando con cabillas gráciles su superficie, Aníbal evoca la fuerza de lo orgánico, y, en un juego entre la rudeza del material y la ternura de las formas, concibe obras que se van revelando ante la mirada del ojo sensible.
La relación entre el arte y el vidrio es histórica, de ello dejan cuenta las imponentes Catedrales Góticas cuyos vitrales dejan penetrar haces de luz, surcando inmensos espacios sacros, evocando con ello los espacios del espíritu, en donde el ser humano a solas consigo mismo, cree advertir la presencia de una fuerza sobrenatural o divina.
En el trabajo de Juan Cristobal Espinoza Briceño, el vidrio como material es doblegado y se convierte en materia prima que busca, sin clichés, ni patetismos, captar lo esencial de las formas orgánicas, su fuerza, vitalidad y belleza. Las piezas de Juan Cristobal Espinoza, no son simples piezas ornamentales, a pesar de ser joyas.
Surgidas de una reflexión sobre el origen de los seres vivos, ellas nos remiten y retrotraen a las formas más elementales, más primarias y orgánicas, nos invitan a reflexionar sobre la finitud, ya no solo del ser humano, sino de la vida sobre el planeta. El tema central de su trabajo es la naturaleza.
Se trata de una mirada nostálgica hacia esas primeras formas de vida y al mismo tiempo, una mirada desconfiada y distante hacía ese ser humano que siendo, biológicamente más complejo, irresponsablemente pone en peligro su ecosistema.
No es casual entonces que Juan Cristobal Espinoza Briceño, haya seleccionado el vidrio como material, su obra es síntesis dialéctica: arte-vida-naturaleza.
La obra de Morella Jurado nos llama a participar en una experiencia sensible de gran fuerza poética, y en ocasiones, de gran carga mística. Recorrer sus obras con la mirada es, abandonarse a la contemplación de la imagen liberada de alienación, es detener el flujo interno de las imágenes, para dar paso a un estado de sosiego y de reconciliación estética.
Dada su sensibilidad social y su apuesta por el poder transformador del arte, parte de su investigación plástica la ha llevado a planteamientos espacio-temporales sobre territorios en pugna, o quizás sería más acertado decir; de lucha entre espacios resemantizados.
Ha sido el tema de la guerra, el que le ha movido a indagar en esos espacios de conflictos surgidos producto de las confrontaciones de la lucha de fuerzas, no contrarias sino antagónicas, sus consecuencias y cambios irreversibles. Sus obras pictóricas son metáforas sensibles, que nos conducen y obligan a pensar, en realidades de un mundo en conflicto.
Morella Jurado aborda estos espacios y como quien observa a través de un microscopio, con la rigurosidad de un científico y la destreza de un profesional de las artes, construye a través de la textura, de la disposición espacial cromática y de su peso visual, una síntesis dialéctica entre tensión y armonía.
El conflicto abordado y resuelto estéticamente sobre el lienzo, se imprime sin embargo en la conciencia por la fuerza expresiva y cognoscitiva de su metáfora.
Morella Jurado se suma entonces a la corriente del pensamiento estético que apuesta al poder transformador del arte. Opera como una huella.
Clarines, 21 de septiembre de 2011